jueves, 1 de septiembre de 2016

Presentación de la Academia Mexicana de Poesía

Por José Manuel Recillas
(presidente de la Academia Mexicana de Poesía)


José Manuel Recillas (México, 1964)
     Muy apreciable Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura de la Ciudad de México
     Excelentísimo señor Leonardo Arízaga Schmegel, embajador de Ecuador en México
     Estimado Luis Franco González, seas bienvenido a México
     Estimados amigos y colegas

El origen de la palabra Academia remite a un tipo de institución reguladora y normativa de actividades intelectuales, y por ende puede resultar atemorizante. Elegimos este nombre no tanto por su relación con la institución fundada por Platón, cuanto por nuestro modelo contemporáneo, la vienesa Schule für Dichtung, fundada en 1991. Aquí también la palabra “Schule” remite a “Escuela”, sin embargo, pese a esta denominación, no es una escuela de poesía sino un espacio para el trabajo y el conocimiento. De hecho, su nombre en inglés es Vienna Poetry Academy, tal como aparece en redes sociales.
     La Academia Mexicana de Poesía es una Asociación Civil que busca promover actividades literarias, de conservación, promoción, difusión e investigación de la poesía mexicana, sin pretensiones de primacía ni de ser poseedores de una verdad absoluta. Por eso elegimos una palabra de raigambre griega, para definir nuestras actividades sin pretender establecer lineamientos ni normar nada, sino solamente darle cierto carácter de sociedad abierta que funja de apoyo para que muchos y diversos poetas mexicanos realicen distintas actividades dentro de un ambiente institucional no discriminatorio.
     Así, la Academia Mexicana de Poesía es más un medio que un fin, más un molde a llenarse que un contenido preestablecido. Queremos sumar esfuerzos y voluntades. Queremos hacer un énfasis muy especial en la relación que la poesía, los poetas, han tenido en la conformación de la identidad nacional, en los debates sobre la res publica y en la construcción misma del país. La idea popular de que el arte en general, y la poesía en particular, no sirven, o son necesarios aunque no sepamos para qué o porqué, nos parece una posición simplista y reductiva. Nos interesa visibilizar lo aparentemente invisible, esto es: el aporte hecho por los poetas a la construcción de nuestra identidad y de nuestra nación en el pasado, y cómo se relacionan con los aportes y debates actuales.
     Para lograr este fin, la Academia Mexicana de Poesía desea establecer vínculos no sólo con los poetas mismos, sino con las instituciones culturales del país y el empresariado nacional. Por medio de patrocinios y acuerdos es que buscaremos uno de los más complejos objetivos de una institución nacida en la capital de la República: la descentralización de nuestras actividades.
     Entre los proyectos más ambiciosos contemplados, está el establecimiento de la Biblioteca Mexicana de Poesía, el cual se encuentra en consonancia con una iniciativa sobre la cual un grupo de importantes poetas, entre ellos Carlos López Beltrán y Pedro Serrano, han insistido en la necesidad de su fundación, y en la importancia de recuperar, para tal propósito, un edificio de valor histórico y arquitectónico: la casa de Ireneo Paz, la casa en que pasó su infancia Octavio Paz, para que allí esté la sede de la Biblioteca Mexicana de Poesía. Al respecto, queremos decirlo con toda claridad: no nos tomamos atribuciones ni nos apropiamos de ideas ajenas, deseamos apoyarlas y llevarlas a buen puerto. Asimismo, tenemos pensado establecer el Museo de la Poesía Mexicana, gracias al apoyo de nuestro primer y muy generoso patrocinador, el señor Eduardo Rubio Elosúa y su distinguida esposa, la señora Lourdes Islas.
     Ambos proyectos, Museo y Biblioteca se insertan en nuestro deseo de preservar acervos y archivos de poetas mexicanos. Y quiero hacer énfasis en lo que se debe entender por esto: preservar, mantener y divulgarlos, no apropiación o expropiación abusiva de los mismos. Allí habrá mucho que trabajar con los titulares de los archivos tanto como con las instituciones culturales del país.
     De la misma forma, tanto allí como en la ciudad de México abriremos una Cátedra anual sobre poéticas y estableceremos Residencias para poetas mexicanos y algunos invitados extranjeros que permitan el libre diálogo y flujo de ideas e intercambio. Del mismo modo, haremos lecturas, seminarios y conferencias, siempre con el mismo fin que perseguimos: visibilizar lo invisible, hacer que la poesía sea vista no como un asunto de ermitaños en su torre de marfil, sino la aportación de un grupo de personas a los debates y a la construcción de un mejor país.
     Nos preocupa particularmente la seguridad social y la salud de muchos colegas, cuya situación requiere de toda nuestra solidaridad. En esa dirección específica, estamos interesados en dos asuntos de particular relevancia: retomar y apoyar la idea de proponer un sistema de salud para creadores, y homologar de verdad el Sistema Nacional de Creadores con el Sistema Nacional de Investigadores, cuyo modelo puede no sólo ser emulado, sino incluso perfeccionado, y aplicado con todas su virtudes, muy en particular con el ejercicio público de la transparencia y la rendición de cuentas, así como con la democratización y el justo reconocimiento que el oficio literario debe ofrecerle a sus representantes.
     Es mucho lo que falta por hacer en materia de las necesidades del gremio. Muchos de estos y otros asuntos ni siquiera son discutidos en público, y a veces no forman parte de los debates entre poetas.
     Iniciamos nuestra travesía llenos de optimismo y con el firme deseo de ser un catalizador de voluntades. Esperamos que nos acompañen, tanto como nosotros les acompañaremos. Como muestra del tipo de actividades y encuentros entre poetas que buscaremos afianzar está la lectura compartida que con el poeta ecuatoriano Luis Franco González, Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada 2015-2016, ofrecemos a continuación.

Nierman y la gastronomía

Por Carlos Bracho
(actor y escritor mexicano)



En la mesa varios platillos nos guiñaban sus ojos comestibles, un banquete servido en cazuelas, platos, ollitas, jarras de barro y cucharas de palo y molcajete al centro, y, claro, mezcal, para no desentonar con lo mexica. Y el maestro Leonardo Nierman (cuyas obras están en los grandes museos del mundo y en jardines de aquí y de allá, dándonos con ello paz, amor, belleza, aliento sideral y cantos de violines todopoderosos) me daba, entre sorbo, entre cucharada y cucharada, entre deleite y suspiros lúdicos, una lección de arte contemporáneo.

De su honda memoria salieron los nombres de Picasso, Modigliani, Rivera, Orozco, Tamayo, Bacon, Botero, Felguérez, Cuevas, Gerzo, Giacometti, Vasarely, Léger, Magritte, Henry Moore, Miró, y muchos grandes creadores que a lo largo del pasado siglo y lo que corre del presente, han llenado de alegría o de tristeza o de ensueño o de suspenso a millones de hombres y de mujeres que al ver las obras lanzan a los cuatro vientos un ¡Ah! profundo, un ¡Ah! que sale del alma misma.

Mientras el maestro Nierman me daba estas lecciones de arte, mientras me explicaba la técnica, la paleta, los colores y lo que estaba encerrado en cada pintura o escultura, yo, ni tardo ni perezoso, probaba los nopalitos, me deleitaba con puré de camote, comía los taquitos de ternera y los salpicaba con el chile de árbol y claro, me iba hasta el mismo cielo cuando por mi boca bullía el trago de mezcal lujurioso.

La charla continuó cuando Leonardo dijo que Diderot había dicho de los pintores y de las obras de arte en general, que “Primero deben de conmoverme, sorprenderme, hacer temblar mi corazón, quizá hacerme llorar, y sacudir todo mi cuerpo” y claro, después se puede explicar técnicamente una creación. Nierman es muy ocurrente y su plática siempre está acompañada de dichos, frases cañón, refranes y citas jocosas que hacen que la comida, que el arte de la gastronomía sea algo inolvidable. Claro que a mí todos los nombres citados por el maestro me causan un gran impacto pues los conozco ampliamente —no tanto como Nierman.

Es que los contemporáneos, aparte de tenerlos muy cerca en el tiempo y en el espacio, nos hablan en un lenguaje que nos es propio, nos hablan de todo lo que nos hace ver a este mundo como lo que es; un gran conglomerado de civilizaciones y de vidas tan distintas como ser ruso, o yanqui o mexicano o inglés o francés o italiano. Ellos, los Contemporáneos —pintores, escultores, escritores, músicos—, con su creaciones nos acercan tanto al sueño profundo o a la realidad tosca y humana o nos llevan de la mano hacia alturas o bajuras de la tierra y de la luna y de las estrellas y con sus pinceladas de color nos ponen en el balcón desde donde vemos de cerca las auroras boreales.
Carlos Bracho (México, 1937)

Así que cuando el maestro Leonardo Nierman terminaba su amplia y profunda explicación artística, yo casi había dejado los platos vacíos —aclaro que, aunque eran bastantes los bastimentos, las cantidades no lo eran—. Total. Nierman y yo levantamos nuestros jarritos de barro llenos de mezcal y lanzamos una ¡Hurra! Y un ¡Viva! Por la gastronomía hermanable y por los creadores contemporáneos. Sí, Salud. Y felicidades mil.

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Buenas Migas

Por Enrique Silva Rodríguez
(escritor chileno)



(Primer lugar, 24 Concurso literario internacional, “Cuentos en Movimiento”, Empresas DENHAM, Chile)

La historia es simple, más no por ello menos trágica y brutal.

Pedro maneja un taxi colectivo: un Nissan v16, línea 4, Coronel – La Berta – Maule. 

Guillermo es profesor, hace clases de lenguaje en una escuelita municipal y talleres de comunicación escrita en el CEIA.

De tanto ir y venir en el auto, el chofer y el profe, han hecho buenas migas. Pedro, como todo buen taxista, resulta ser cuentero y parlanchín. Guillermo, el profe, es más bien callado, algo sociofóbico: le sudan las manos, se sonroja a menudo, tartamudea.

Dos sueños tiene Pedro: casarse con la negra y dedicarse a matarife. Pero la negra no atina, no quiere, dice que para qué, si así están bien. Y andar matando vacas y chanchitos no deja, no, eso era antes, cuando se empuñaba el cuchillo y había que aguachar al animal pa que no sufriera, ahora les dan con un martillo aquí en la frente, encima de los ojos, (el profe se seca las manos en el pantalón, pestañea rapidito), a mí, sigue diciendo Pedro, a mí, mi viejo, que era carnicero, me enseñó a matar y al primero que maté fue un corderito, me dijo al principio te va a dar pena, pero se te va a pasar, y claro que me dio pena, con el tiempo uno se acostumbra, y me dijo, también, que todos tenemos un asesino adentro y años después, en su lecho de muerte, me regaló su cuchillo de matarife, úsalo con justicia, me susurró al oído, sin lástima ni pudor, entiérraselo aquí, justo en la vena y se fue, se apagó, y bueno, a veces yo, por unos pesos extra, guardo el letrero del auto y me voy en el taxi a matarle la vaquilla, o el marrano, a unos huasos amigos del club de rayuela, allá, en Patagüal.  Mi viejo, mi viejo que era una fiesta y todos lo querían en el barrio,  mi viejo me enseñó a matar y me dejó en herencia su cuchillo de matarife, yo lo guardo atrás, en el maletero, lo llevo a todas partes, siempre, vaya donde vaya, nunca sabe cuándo van a llamarlo a uno para destripar un animal, hay que ser profesional, andar preparado todo el tiempo, un día de estos, profe,  se lo voy a mostrar, el cuchillo, profe, el cuchillo que me dejó mi viejo.

Guillermo, el profe, (de quien Pedro poco sabe, salvo que hace clases y le ha dicho que leer es como ver una película), lo deja decir y escucha con auténtica y  pedagógica atención, pero le cambia el tema de golpe, a la hora que la sangre de las bestias asoma en el diálogo. Yo no como carne, le dice, serio muy serio el profe, y tampoco soporto la sangre. Y entonces Pedro se calla y lo mira. Lo mira y no entiende, no puede entender que al profe no le guste el ñachi, ni los asados, ni las prietas. Luego enciende la radio. Sintoniza la Dinámica. Y mientras el vehículo se pierde en el taco de las siete, cada quien en su íntimo silencio, su recóndito trayecto, escucha el noticiero cuasi apocalíptico de todos los días: Lota Schwager Futbol Club sigue colista y es firme candidato a caer a Segunda División, los pescadores artesanales y pobladores de Lo Rojas anuncian nuevas movilizaciones en contra de las termoeléctricas, encuentran otro cuerpo destrozado y sin cabeza en el Cerro La Virgen, ya suman cuatro, se habla de un sicópata, un asesino en serie. Estamos mal, comenta Pedro haciendo una espiral con el índice en su sien. Del alma y de la mente, añade el profe, recordando con angustia un fragmento de Las Lanzas Coloradas, de Arturo Uslar Pietri: “Y los matarifes se ven desenvueltos, seguros y temibles con sus cuchillos, entre los cuartos de carne que cuelgan de los ganchos.”

Los días pasan. Guillermo va soltándose de a poco: vive con unas tías, se entera Pedro mientras conduce y parlotea, un par de ancianas desmemoriadas y querendonas, se casó, enviudo, no tuvo hijos el profe.

Los días pasan, Pedro, no escatima en su afán, acaso obsesivo, de mostrarle el cuchillo que lleva atrás, en la cajuela y contarle al profe como se mata una res. Y el profe que no, que todavía no, no estoy preparado para eso, no, no – no - no, le dice. Pero Pedro no escucha, no quiere escuchar y cómo le explico, profe, cómo le explico, es una cuestión sexual, hay algo erótico al momento de enterrarle el cuchillo en el pescuezo a un ser vivo y ver el chorro de sangre, se me para, profe, se lo juro, se me para y Guillermo se lleva las manos a la cara, en un gesto que al chofer le parece afeminado, homosexual, y Guillermo con arcadas, que no siga y se detenga, por favor, y Pedro lo ve abrir la puerta, al profe, lo mira vomitar afirmado al poste de la luz, el semáforo en verde, el ronroneo del motor, la paz de la tarde acribillada por los bocinazos.

Pasan los días, como trenes cargados de cólera, insípidos, ruidosos. Pedro y el taxi, el cuchillo en el maletero, el profe puntual, un cuarto para las siete en un paradero de Lautaro, cerca del condominio, Lota Schwager empata de visita con el Colo y pierde de local con Huachipato, las protestas y las termos de mal en peor, otro cuerpo, (ya van seis), sin cabeza en un peladero cerca del bypass.

Pasan los días, las semanas, pasa un mes, brotan pequeñas complicidades, crecen las confianzas, Pedro está triste, silencioso, al profe le llama la atención que no insista en mostrarle el cuchillo que esconde en la cajuela, ni que no le hable de su novia ni de animales degollados, qué le pasa, Pedro, qué le pasa, le pregunta y Pedro que se larga, se destapa de un tirón, llora que le llora que la negra lo cagó, que se fue, se fue con otro y lo cagó, le cagó la vida y le cagó los sueños y ahora es Pedro el que abre la puerta, el que se baja, el que vomita atrás, en la vereda, junto al maletero, donde guarda el cuchillo que le regaló su padre.

Los días pasan feroces, sin sentido ni color, se pierden de vista, se pierden, no calzan, no comulgan ni congregan, Lota Schwager tiene un encuentro vital este próximo domingo, la gente de Lo Rojas se toma los caminos, encienden barricadas a la entrada de las termos, el sicópata ataca de nuevo, llegan a siete los cuerpos decapitados encontrados en los peladeros de este pueblo olvidado por Dios y los políticos, siete cuerpos sin cabeza, siete.

Lo buscan, le dice el auxiliar al profe una mañana, me dice que es amigo suyo, que es urgente, que no puede esperar. Guillermo, el profe, sale de la sala. Es Pedro, el taxista. Profe, necesito de su ayuda, sólo usted puede ayudarme, profe. Claro, dime, qué puedo yo hacer por ti. Quiero que me escriba una carta. ¿Una carta? Si, una carta. Yo no puedo. Yo no tengo sus estudios y usted sabe cómo decir las cosas, profe. ¿Una carta? Si, una carta. Una carta de despecho. Para ella. Pa la negra. Una carta que le duela, que le duela en el alma y entremedio de las piernas, que le diga, que le haga saber que no habrá nadie que la ame ni que se la tire como yo me la tiraba, ni como yo la amo, profe. ¿Puede? Yo sé que usted puede, usted puede, profe, por favor. Claro, claro, dime para cuando Pedro, no hay problema. Para ayer, profe, para ayer. Si, si, por supuesto, ¿cómo se llama ella, Pedro, cómo se llama la negra, cuál es su nombre?, Claudia, profe, Claudia, ¿Claudia?, claro, cómo no, Claudia, ven a las siete, a esa hora te la tengo, a las siete. Gracias, profe y lo abraza y lo aprieta, a las siete entonces, no me falle, no te fallo, a las siete en punto estoy aquí y se va.

Siete un cuarto. Guillermo el profe cruza la calle en dirección al taxi donde lo espera Pedro el chofer despechado que lleva un cuchillo enorme en la cajuela, Pedro que con los ojos colorados lee la carta que el profe ha escrito por él y para ella. Esto es, profe, esto es lo que yo quería, justamente esto, profe, un favor más: ¿me acompañaría, profe? Y Guillermo sí, claro que sí, Pedro, cómo no, yo te acompaño, vamos. Y parten. Y el auto vuela y el auto adelanta y adelanta, pasa en rojo los semáforos, irrumpe como un bólido en Nuevo Amanecer, se detiene en una esquina, Pedro baja, deja la puerta abierta, el motor andando, el profe lo ve saltar la reja de una casa azul, caer en el antejardín, entrar a los empujones, el profe oye los gritos, los de ella, los de él, los gritos de alguien más, un perro ladra, (¿el cuchillo sigue atrás, en la cajuela?), luego un silencio que desespera, un vacío estático, la espera que se estira igual que un elástico, lo ve salir, Guillermo el profe, a Pedro el chofer, lo ve saltar la reja del antejardín, venir al trote, entrar al auto con el rostro demudado, girar la dirección de un golpe, acelerar a tope, soltar el embrague y largarse de un tirón, chirriando los neumáticos, largarse para siempre, a toda velocidad, sin decir una palabra.

Los días pasan, uno, dos, diez, fúnebres como cortejos, como vacunos al matadero. Nada sabe de Pedro, su amigo, el taxista. Lota Schwager Futbol Club juega un clásico de vida o muerte este próximo fin de semana, hay un tipo encadenado a la chimenea de la termo en Bocamina Uno, un tipo encadenado con una bandera, lo muestran en la tele, está en todos los canales y en todas las radios y en todos los canales se habla del sicópata, el descuartizador de Coronel, que tiene de las bolas a los ratis y a los pacos que no tienen puta idea de quién es ese cuerpo destazado y sin cabeza, de mujer, que los niños encontraron en un tarro de basura.

Esa noche, ese viernes, tarde muy tarde, Pedro aparece, se presenta en la casa del profe, parece un zombi, los pómulos hundidos, flaco como un quiltro cansado de sufrir y de escapar, ayúdeme, le pide, ayúdeme, profe, se lo ruego y se desploma en un sillón, el profe le cuenta que sus tías tienen una casa, perdida por allá, entre los cerros de Santa Juana, una parcelita solitaria donde puede quedarse hasta que todo se olvide, todo sane, y se van en el taxi, el taxi que esconde un cuchillo  en la cajuela.

La casa de las tías es enorme, se le figura un asilo a Pedro que mira los cachos de la luna asomándose sobre los cerros. ¿Y el cuchillo?, pregunta el profe. En el auto, contesta Pedro. ¿Y la negra? No sé, no sé nada, no responde mis mensajes, mis llamadas, no sé nada de ella, profe, se fue, desapareció. ¿Vino?, si profe, un trago, me caería bien. Guillermo llena las copas, beben en silencio, huele a humedad, a perro mojado, el profe se levanta, dice espérame, ya vuelvo, estás en tu casa. Pedro se queda solo, el profe se demora, Pedro acaba el vino, se levanta torpemente, enciende la radio, sintoniza la Dinámica, es la hora de las noticias, suspira, Lota Schwager cambia de entrenador, las termos paralizan, la PDI se deshace en conjeturas, renuncian el comisario y el prefecto, nombran un ministro en visita por el caso del descuartizador de Coronel,  Pedro busca algo de beber, abre un mueble, una cajonera, abre el refrigerador, el refrigerador, se queda ahí asomado con la boca abierta, contando los frascos, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho grandes recipientes de cristal, cada uno con una cabeza dentro, ( el octavo frasco tiene la cabeza de la negra), y luego el golpe en la nuca, el sótano de esa casa demencial, la desnudez de su cuerpo colgando de un gancho, la motosierra en las manos del profe.
Enrique Silva Rodríguez (Chile, 1961)

La patria bella y la bestia

Por Guillermo Briseño
(músico y poeta mexicano)





Se me perdió la voz en el abismo
me queda sólo el cuerpo
helada la caída
rojo carmín el tajo
-dónde tengo la cabeza-
Mi voz debe rodar
y el tren seguir
qué dirá mi voz
que sola la he dejado
que girando bajo el tren
pensé morir
para vivir las cosas
o qué sangre, qué tierra
qué raíz te hizo partir
hacia la ingrata vía
de crueldades de metal
que te hizo trizas
Se me perdió la voz en el abismo
allá estará diciendo lo que sabe:
hoy el mapa de México nos mata


Guillermo Briseño (México, 1945)


Canción de una alegría para Nacho


Por José Manuel Recillas
(poeta mexicano)




Se nos deshace la tarde entre las manos
y apenas comienza el sol sólo a doler,
sólo a ponerse sobre el horizonte
como sobre nuestras espaldas
la noche aguarda su oscuro verbo levantar.

Se nos quedó entre las manos ese último brindis
que no sabíamos sería el postrero,
se nos quedó esa larga conversación
sobre Bach y el Museo Rosenbach,
tan lejano uno del otro y tan deudor éste de aquél,
se nos quedó temblando tu sonrisa como una bendición,
como si nunca hubiese habido otra sonrisa
después de la de Abbado
más que la tuya.

Hoy de seguro estás con él bromeando desde el podio,
tal vez los dos sólo esperando que lleguemos los demás
para empezar de nuevo el mediodía
con el atardecer cantando entre las manos
no por el viaje ni por la ausencia,
tú siempre estás presente,
porque hoy sembraste tu mirada de nuevo en esta tierra,
porque hoy de nuevo,
de nuevo te quedaste para siempre con nosotros.

20.agosto.2016
Ignacio Padilla (7 de noviembre de 1968 ≈
20 de agosto de 2016)

Las inscripciones budistas y otros poemas shramanas [1]

Por Subhro Bandopadhyay
(poeta indio)


Calcuta/Madrid/ Delhi
2008-2010


1

Me abro hacia adentro con los ojos cerrados
Hay piedras dobladas que se ven
bajo la luz de las sombras de los cuerpos

Por la ebriedad de estas tardes
de entretiempo con calor
me palpas
la blandura del barro de las riberas

Con la sabiduría de los ciegos
trepan dos cuerpos densos
cada día sobre peñas sin inscripciones

2

La lucha es contra la inmovilidad
pero no pienso en el aire que se quemó antes de tocarlo.
Siento la existencia del color en la silla con mis dedos,
la sensación es distinta, lo obvio.
Sólo la forma. Desde las neuronas hasta la filosofía
nada niega el tacto.

3


¿Adónde va el tacto?
El shraman escribe día.
Se encuentran los momentos, minutos, segundos al subir.
Lo abandonado.
¿Si llega veneno en lugar de la miel en los recuerdos?
Sólo ver desde lejos. Delante y detrás.
Hay una cortina enfrente, no se ve el color.
Sólo se ve un rectángulo blanco en el medio.
En este ver sin límite escribo
que la concentración sea más blanca.
En cada letra.

4


La letra es una piedra.
¿qué es escribir? ¿las inscripciones?
¿ Este intento de cavar y de llenar es la acción de oponer?
El shraman tiene todo meditado fácilmente.
Hay un niño allí.
Un estanque con un insecto sobre agua.
¿Cómo es mi reflexión en los ojos del insecto? ¿una hoja caída?
Lo inmenso que se extiende delante de un artrópodo  
soy un trozo de esos ojos compuestos.
El tacto… escribo todo esto sin exagerar.

5


No tengo una columna de quietud dentro
sino el nido de lo momentáneo.
Hace mucho que se prohibió gritar,
¿por qué no pudimos comenzar entonces?

Pongo arena y el color verde marino sobre
la poesía lírica, después de limpiar
la polvorienta mentira añado los momentos
en su cuerpo.

No puede estar ningún río histórico
dentro de los fósiles.

6


Fuera de los desvíos, en el cerebro hay un continente
                           completamente nuevo o una astronave,
no quizás es mejor un pájaro de forma nueva
que no tenga las plumas fugaces de cuchillo
quizás es mejor una mesa
materia, contra-materia, sara, la escencia  Saranath, stupa
La piedra no solamente es la quietud
ni contiene el mar en cada granulo que brilla

¡Ay! un golpe de frescura
Una meditación sacada del brillo antiguo

7


No sólo acentúo en el momento de la salida de Sidhartha
sino también en el día del Bodhi
¿Fue una tarde?
El cielo de piedra sobre pecho del verano feroz.

No se pueden tocar estos atardeceres.

En algún lugar un brahmin pobre, se baña 
hace su ceremonia ¿ha caído alguna hoja de mango
en el nombre de su hija ya mayor para casarse?

Estas tardes se esconden como un pariente enfermo
delante de la gente ocupada en construir el mundo

¿Dónde está mi país?

No hay brillo ni lágrima en los ojos entreabiertos
El shraman escribe con fuerza sólo
el momento de la salida del viejo sacerdote
el movimiento… 

8


He vivido con vinaya [2]
lejos de las esquinas prosódicas.

Cada vez que los recuerdos intentan
a perforarme con sus imágenes, los paro.

No es el aire u otras cosas conocidas
tampoco es el vacío prorrogado  ni prolongado

ofrezco

un puño lleno de polvo
lo echo sobre el atlas –donde llueve—
para que se moje como nosotros

9
PM

Vivo sencillamente
Interrumpo los recuerdos
si quieren entrar con sus imágenes...
No es el viento
tampoco es el vacío
ni los rezos ni los días espinados
sólo echo un poco de polvo seco
sobre el mapa de las zonas lluviosas

que se humedezcan como nosotros
con los pulmones rodeados de
la brillantez del cuchillo

10


Volviendo del mar de lo sobre citado
                                 la promesa
la rompo. El momento.
          La pequeña vibración del vuelo del pájaro pequeñísimo
no es el aire, no sólo es lo que se oye
Al otro lado se queda la presencia dura
la letra, la piedra

11


Todo es sobre la sombra
un intento de sacar violentamente la carne de ella
y pegarla en el cuerpo
Esto es el peregrinaje del shraman

Sólo un salto desde las raíces
el movimiento, lo movido

12


Pienso en el sustituto de lo contado
que cambia según el narrador.
Lo narrado y lo frío.
¿Se oyen los toques?
¿Los escalofríos que esperan delante del temblor del adolescente
que sigue midiendo aún el vacío en los labios de barro?

No sabemos si hay algún movimiento
al otro lado del arroyo.
Todavía empujo las piedras que están
en sus riberas

hacia el cuerpo del cauce
 
13


Sabíamos que esta falta de sombra era inevitable.
Las temperaturas altas y quietas
sobre una piedra dorada es la ciudad nueva.

No pudimos nombrar al descolorido que entra por la ventana
porque no lo teníamos en el diccionario.
Sólo unas palabras blancas sacudieron el cristal por la madrugada
¿qué más pudo pedir nuestra estancia rota?

Rompí la palabra coincidencia.
Pronuncié la incidencia que estaba dentro con sílabas fuertes.
Puse otra palabra

posibilidad

con los pájaros y árboles desconocidos
en las estrofas cortas junto a la velocidad
de la sintaxis

Para que forme un mapa
al que llamemos dharma [3]

14


Ofrecí el espejo al reflejo erosionado
cuántas veces me insulté por el cuerpo

La escena de una mañana nublada
muchas mujeres muerden manzanas en la parada de autobús

El sudor que se quedó quieto en la grasa de la cintura
la carne de manzana y el diente

la lengua, la saliva, los pétalos de violencia lisa, poco de sangre
se mezcla entre la fruta, el sabor y saborear

Después de eso se repite infinitamente
el seno, los muslos y las palmas cubiertos por celofán  
la cubierta de diseño floral de un libro sagrado
los cierres forzosos de los ojos 

Cada vez que me rodea la inmovilidad
de las neuronas ya gastadas de insultos
Pienso que la complejidad conflictiva
es un árbol metálico
en cuyo tronco obtuso se aplastó la visión

polígama

15


Sólo pienso en los símbolos viejos
La historia de nuestro matrimonio: ¡un poco de azufre!
Sigue lo pálido del cuaderno delante
el horizonte del verano tropical no llamó hacia un jardín
en el camino veo la acogida de las mujeres recién casadas
para entrar la puerta tienen que coger un pez marrón
estas tardes son escurridizas
vuelve el raga de cristal sobre la fragancia de la alhucema
el cuerpo que extendió
el raga [4] lento de la tarde
es el movimiento del insecto leve sobre el agua del estanque
el aroma corpulenta al lado de ondas leves
el monzón cobalto…

¿Esto se llama la alegría
sin reencarnaciones?

16


Las calles cubiertas de cristal
La hora es tal que cada tacto crea un reflejo
Si te despierta el sonido de las hojas
verás que eres el azul de Prusia
¿Quién es este vikshu[5] delante de la vela y la desnudez?
Escribo herido en vez de ojos
Escribo herido en vez de árbol
En vez del testigo de la prometida
si el viento de cuchillo nos rodea
se paran los nacimientos

17


Ya sé cómo la sangre pesada y el barro influencian
los hechos reales... se queda la línea plateada
los movimientos erosionados.
Habrá mucha gente a quien le guste la playa      
porque allí el silencio significa el mar
y la ceguera es el cielo.
Pero yo me quedo en mi línea
con mi crecimiento mucoso
que no lleva ni una gloria más que la sangre.
No sólo temo a las punzadas
también tengo miedo de la sal...

18


Desapareceré dentro de la crueldad cotidiana

Después de pensar esto miro hacia fuera
noviembre está construyendo su nido al lado
de una música azul, ves, no estás en ningún lugar
eres la violencia... la luz nos regala
la inquietud de los ojos de los pájaros
¿qué queda entre nosotros? ¿las letras cursivas?

Si vivimos en un túnel de música
el instrumento favorito es el calor vital

Cuando ya no se puede rasguear
¿me notas aún cariñoso en el atardecer flaco?

Miro hacia mis arrugas, bien usadas,
hacia el hogar al que ya no se puede volver

En las calles en que se movía la casa
no queda nada más que una cinta que huele a guayaba

¿por qué no rebosan los buzones de esta ciudad sin carteros?

19


Pienso así en los amigos
antes de marcharme de golpe
creo que el silencio depende
absolutamente de las heridas

En las tardes habituales
con las tazas de costumbre
donde no estás
violenta
luz perpendicular cae
sobre las canciones conocidas

El cuerpo de la canción significa
un descanso húmedo
la ciudad que dejé

Sólo siguen los camiones pesados
por las avenidas manchadas de amarillo acrílico
no se oye nada más

Es el sosiego de las tardes monzónicas
justo después el gato empezará a escarbar la tierra

El ámbito nos construye
una columna fría y densa...
noviembre mete su lengua
en la habitación de las acusaciones repetidas
se ve la saliva metálica
encima de las piedras dentales...

20


He levantado este pequeño monte sordo sólo pensando
                                el shraman meditado
también tengo algunas preguntas
¿por qué estoy despierto? ¿por qué las flechas y técnicas del mundo
van hacia mis hijos?
¿Por qué me quedo en este muchedumbre de palabras erróneas
con la lengua amargada al tocar el polvo de los atardeceres?

La tarde de color del vientre de un cuervo vuela repetidamente
¿Cuán lejos está vuestro brillo?
No queda nada de los tactos ya
sólo se queda esta escultura de cuerda y cuchillo
al lado de lo eterno

Aún así no dejo nada, voy caminando
por la  sed de estar, de los compañeros
una ferrovía cubierta de gorriones…

Mi cuerpo se cubre por espejos que deseo
pero aún así con la voz de los pájaros que se reflejen
diré sobre la falta de lugar
había un día espera
una tarde de Shudh Sarang[6] 


21


Andamos sobre un césped tapado
por cristales
¿por qué es obligatorio esconder
la humedad de las tardes sin preguntas?

Te marchaste muda
y una serenidad ocupa tu lugar

No queda tu nombre en ningún lado
sólo la presencia

22

He clavado los trozos de un espejo roto
dentro de tu nombre
no queda nada que investigar
nada de las respuestas ni de las direcciones

¿Es suficiente esta piedra para ti?
Eres solamente el recipiente

La ausencia

23


Sólo queda tu momento
el resto ya es vapor sobre el tiempo
hay sequedad fuera del año

Nada importante, sólo limpiábamos
las algas de la jaula antigua antes de sacarla

No buscamos el sabor sino la comida
con la rapidez de los pájaros
cuando ven la llegada de otro animal mayor    

La gente camina con espejos grandes por la calle
y ¡tú saliste para escuchar!

24


                                     a mi madre

Así viene la lengua bengalí
en la calle conocida de la carnicería

me inquieta la lluvia
Aún no grito que está entrando agua quizás

en la cocina de la casa que dejé en Calcuta
mi madre viene a cerrar la ventana
piensa algo ¿o no?

Hay algas sobre los colores del año pasado
Hay nuevas obras en las calles del año pasado
¡los intentos de construir un hogar potable!

No existe el monzón en mi ciudad nueva
Si echo agua en la calle seca
las tardes de octubre

¿se vuelven tan frágiles como las que pasaba
mi padre con sus canciones
de los años 60?

25


Busco el peñascal aquel
la ciudad lejana se extiende

sobre el cuerpo del invierno
una pluma abandonada, quieta...

Creo que la palabra "quizás"
es mi estación favorita

¿a dónde van todos los favoritos?
Y ahora en este país
inundado de octubre de plomo

¿quién se pierde entre las partituras?


[1] Shramana: Sustantivo. El monje budista, el sabio errante, el aprendiz de budismo.
[2] Vinaya: en sánscrito y el pali significa disciplina. El Vinaya es el marco textual para la comunidad monástica budista. Las enseñanzas de Buda, o Buddhadharma pueden ser divididas en dos grandes categorías: 'Dharma' o doctrina, y 'Vinaya', o disciplina. En el bengalí moderno también significa  modestía.
[3] Dharma: Significa la doctrina en budismo
[4] Raga: un modo musical de la música clásica india
[5] Vikshu: literalmente mendigo, en budismo significa el monje mendicante, el monje.
[6] Shudh sarang: un raga o un modo musical de la música clásica india, para cantar o para tocar por la tarde.

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Subhro Bandopadhyay (seudónimo de Subhransu Banerjee) nació en 1978, en

Calcuta, India. Estudió biología, luego el español. Es diplomado por el Instituto Cervantes. Recibió la I Beca Internacional Antonio Machado (2008). Recibió el premio nacional de escritores jóvenes de India (Sahitya Akademi Yuva Puraskar) en 2013 por su libro de poemas Bouddho lekhomala o onyanyo shraman. Tiene 4 libros de poesía y una biografía de Pablo Neruda publicados en bengalí y dos de esos libros de poesía fueron traducidos al castellano y publicados en España. Es el antólogo y traductor de una antología poesía bengalí contemporánea que se publicó en España en 2011 bajo el título La pared de agua. Dirige la revista literaria Kaurab con otros dos directores (www.kaurab.com). Actualmente reside en Nueva Delhi donde es profesor del Instituto Cervantes.

El azar de los hechos en Canal 11 Tv

Las teorías sobre arte son al arte
lo que un gato disecado al movimiento de un felino
Cosme Álvarez

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