sábado, 1 de julio de 2017

Apocalipsis zombi: La putrefacción de un Estado

Por Richard Viqueira
(dramaturgo mexicano)





Apocalipsis zombi:
La putrefacción de un Estado[1]
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El pasado 13 de mayo se presentó en Librerías Gandhi – Sucursal Mauricio Achar, Apocalipsis zombi (Ediciones B México, 2017), la más reciente novela del periodista y escritor José Noé Mercado. Se trata de una historia apocalíptica en la que el autor tiene la necesidad de hablar del México actual, pero no a través de la frontalidad sino del género fantástico”, dice el dramaturgo Richard Viqueira, desde la mesa de presentadores. “Apocalipsis zombi crea una senda de ficción que nos confronta con nuestro subconsciente colectivo de una manera más aterradora”, sentencia Viqueira, quien a través del siguiente texto deshilvana las costuras de una novela que, en poco tiempo, se ha transformado en uno de los más peligrosos virus del Distrito Mexicano.

Richard Viqueira[2]

¿Qué pasa cuando la conducta humana está puesta al límite?
Sabemos lo que ocurre ante un tornado, un sismo o un tsunami. ¿Pero qué sucede cuando los muertos acechan a los vivos? Y no me refiero precisamente a los cuarenta y tres, aunque también. En este país, los muertos son la condición y la vida plena la excepción.
     José Noé Mercado[3] decidió ubicar su novela Apocalipsis zombi en el segundo país más violento del mundo, según un estudio reciente del IISS; aunque otro estudio, el de inSight Crime, consignara dos mil muertos menos que la primera fuente, para dejar de todos modos la espeluznante cifra en veintiún mil asesinados durante 2016.

Escape de la librería

Pongamos un ejemplo: hoy acudimos a la presentación de su libro; pero imaginemos que por estos pasillos comenzara a circular una horda de zombis que se abalanza sobre nosotros.
     Tendríamos, entonces, que hacernos algunas pregunta básicas. Para empezar: ¿con que podríamos defendernos? ¿Tomaríamos un ejemplar de la novela y lo estrellaríamos contra la cabeza de los zombis? ¿Con la botella de agua; con el micrófono? ¿Agarraríamos una pluma, como escritores que somos, y la clavaríamos en el ojo de uno de ellos, tal vez en alguno de los asistentes del público que se haya convertido?
     ¿Funcionará nuestro plan de telefonía celular o tendríamos que hacer primero una recarga de veinte pesos en el Oxxo más cercano para poder llamar al 911 y pedir ayuda? ¿Nos hará caso la operadora o nos transferirá durante una hora de una extensión a otra? Quizá cuando por fin consiguiéramos enlazarnos, con todo y teléfono en la mano, en este país estaríamos siendo devorados por un contingente de zombis hambrientos.
     Ese es el tipo de planteamientos que José Noé realiza sobre este tópico del cine y la literatura zombi.
José Noé Mercado
     Otras preguntas: ¿con quién nos aliaríamos y quién se opondría a nosotros? Quizá el guardia de la entrada sería nuestro más peligroso opositor; o tal vez uno de los ponentes en esta mesa, ustedes elijan cuál, terminaría convertido en una fiera que se les echaría encima a dentelladas para morderlos y ustedes tendrían que defenderse. Realmente imagínense que es probable que ustedes estén, incluso, más indefensos que nosotros, pues sólo tienen las sillas o el celular a la mano.
     Todos esos ejemplos imaginados son variantes que permiten comprender lo interesante de esta novela y serían parte de una película clase B que podría titularse Escape de la librería Gandhi.
     Yo, sin duda, al primero que seguiría en un evento así sería a José Noé. Él es quien podría sacarnos vivos de aquí porque, como sus personajes en la novela, sabe las reglas en las que se basa la mitología zombi y posee las claves de la supervivencia en una circunstancia de tales dimensiones.
     Eso es muy importante. Sus personajes lo aplican en la novela porque saben lo que se ha hecho en otras ficciones y si funciona o no. Ésa es una distinción. Porque hay un tipo de universo de la ficción en el que algo ocurre por primera vez, en lo que sería una especie de pre-universo zombi en este caso; y otro tipo de universo donde los personajes reconocen lo que ocurre, pues ya lo han visto, y saben combatir de una u otra manera en esos escenarios. Este último es el caso de Apocalipsis zombi.
     Por eso seguiría a José Noé, aunque me queda clarísimo que quizá después nos utilizaría como carnada para rescatar a su familia e irse con ella. Porque a la hora de salvar la vida, todos somos chilangos.
     En un mundo invadido por zombis no se puede confiar en nadie, pero en México aún menos.
     Es así que José Noé Mercado plantea lo que toda magnifica historia de zombis propone: lo que vendría después del desastre.

Víctimas del subdesarrollo

En Apocalipsis zombi, la condición mexicana queda aún más expuesta y ahora sí podemos verla descarnadamente.
     Cuando lo social colapsa, ¿qué queda? ¿Qué tipo de barbarie se asoma?
     Los grandes relatos zombis no se centran en el zombi mismo, sino en su repercusión social. Desde George Romero hasta José Noé Mercado, el zombi es la posibilidad de analizar injusticias financieras, desigualdad social, el peligro de la convivencia, las trampas del escalafón laboral y la población misma que encuba todo esto.
     En México, todos vivimos con miedo, porque aquí en el país todos somos productores y consumidores del terror a pequeña escala. Para no ir muy lejos, en el tráfico de la hora pico podemos entrever asesinos y monstruos circulando a nuestro lado y tocando el claxon sin parar.
     Y muchas de las veces, el muerto en vida vive y convive en uno mismo.
     José Noé Mercado, con su indispensable libro Apocalipsis zombi, propone una revolución magnífica al género. Decide emplazar su ficción en el tercer mundo. Y lanza con esto una perspectiva y aportación extraordinarias: hasta en los monstruos hay clases.
     No es lo mismo un zombi de primer mundo —como en las citadas películas de Romero—, en donde los temas son la industria armamentística, los centros comerciales y su capitalismo voraz, el racismo o las revoluciones armadas de los años sesenta.
     No. En su novela, José Noé Mercado presenta un panorama todavía más desolador y cercano: un zombi víctima del subdesarrollo. Mercado parece hablar de muertos vivientes, pero en realidad manifiesta un conocimiento y descripción de su ciudad como un cronista e historiador ejemplar.

Putrefacción serie B

Ahora imaginen huir de zombis, pero por el bosque de Chapultepec —que en la novela no se llama de esa forma, sino bosque de Quetzalcóatl—, emblema donde está contenido gran parte de nuestro espíritu nacional: las batallas que han ocurrido en su castillo, los novios que han remado en su lago o la sede de la casa presidencial en otro tiempo, nada más.
     Sin duda, Mercado elige el lugar más simbólico para hablar de la monstruosidad de este país y el epicentro de su destrucción. Y cada temporada —como estructura José Noé los capítulos de su novela—, habla más de la putrefacción de un Estado que de lo peligroso de un ejército de cadáveres.
     José Noé hace una novela serie B con una escritura intelectual; y además lo hace de modo entretenido. ¿Cuántas novelas de nuestro panorama pueden preciarse de tener 415 cuartillas que hablen sobre México y que se lean con tanto placer?
     Como en la política, la llegada de los zombis en esta novela no se explica y tampoco se vislumbra su desaparición. El surgimiento de zombis en cada contexto de ficción, carece de importancia. En la novela de José Noé Mercado, quizá sean productos de meteoritos o resultado de la contaminación atmosférica que nos asalta y mantiene en contingencia con un inesperado Hoy no circula otra vez.
     Los personajes de Apocalipsis zombi representan valores e intereses chilangos opuestos: intelectuales contra periodistas, la baja cultura contra la alta, la ópera contra los videojuegos, la nobleza contra la miseria.

Proximidad al terror

Los protagonistas de la novela también comprenden que no sólo deben lidiar con los monstruos de ocasión, sino con los monstruos del día a día en nuestra ciudad. Lo mismo tienen que clavar una espada en el oído del muerto viviente que se les va encima, que sobrevivir a un secuestro exprés en nuestra conflictiva metrópoli que no descansa en sus transas ni siquiera en el apocalipsis; lo mismo se le teme a una avalancha de babosas —como también se le denomina a los zombis—, que se experimenta miedo profundo al atravesar sospechosos retenes militares.
     Y —quizá una de las críticas más importantes contenida en el libro— José Noé fustiga el descaro de una televisora que encubre la aparición de los zombis y difunde en voz de su presentadora estelar la noticia de que sólo se trata de un intento para desestabilizar al país.
     El gobierno, entonces, aprovecha el caos para asesinar a sus adversarios políticos y a los grupos disidentes con métodos casi calderonistas.
     Sin duda, la obra de Mercado infunde terror por lo próxima que se siente. Los muertos vivientes aún no cruzan por Reforma, pero los podemos imaginar cerca. Peligrosamente aledaños a nuestra realidad.
     Los ecos panistas y priistas laten en las páginas de esta trama de terror y la vuelven aún más acechante y tóxica. Por suerte, la clase política no suele leer entre líneas, porque de lo contrario percibiría lo peligrosa que es la novela Apocalipsis zombi de José Noé Mercado en comparación con un sinnúmero de ensayos de temidos politólogos contemporáneos.

Significación grafiti

Existe un dicho popular que siempre se cita ante un hecho asombroso: “La realidad siempre supera a la ficción”. Pero José Noé Mercado demuestra lo opuesto: que a través de la ficción se puede calar más profundo dentro del tejido social.
     Si el antónimo típico de realidad es ficción, es porque nos es imposible intuir que tanto persona como personaje y tanto real como ficticio son divisiones de ontologías cuando menos equivalentes.
     Jacques Cousteau dijo que la película Jaws de Steven Spielberg destruyó la investigación científica sobre el tiburón blanco y provocó una histeria que derivó en la caza de escualos hasta su casi total extinción. Una película venció a cientos de documentales y estudios científicos.
     ¿Es entonces la realidad más poderosa que la ficción?
     Esta novela apocalíptica cumple esa función. Rastrea la herida nacional hablando de monstruos figurados que evidencian a monstruos literales.
     A través de la ficción, Mercado realiza a la par un libro documental. José Noé comparte con Guillermo del Toro la necesidad de hablar de México, del mundo, pero no a través de la frontalidad sino del género fantástico y poético: una senda que nos confronta con nuestro subconsciente de una manera más aterradora que las portadas gráficas del periódico La Prensa, que se anuncia como: “el diario que dice lo que los otros callan”, con excepción del caso del dirigente mismo del diario que robó artículos deportivos de la NFL.
     El grafiti habla más de una sociedad que los monumentos oficiales que alza el Estado. Ese número 43 clavado vandálicamente a mitad de Paseo de la Reforma contiene mucha mayor significación que el caballito amarillo.
     Así, este libro habla mejor de México que cualquier libro de política en la actualidad. Por eso cuando José Noé titula su novela con la palabra apocalipsis, quizá no hable del futuro, sino del presente. Probablemente ese apocalipsis ya está en marcha.

Acompañar a morir

A mi parecer, el zombi también nos enfrenta con el temor más insuperable que conocemos. ¿Cómo sobrellevar la muerte de las personas amadas? Uno de los personajes de Mercado decide encerrar en el baño a sus padres zombis, porque no sabe cómo ser ni parricida ni matricida.
     ¿Alguien sabe cómo matar al amor de su vida y ser piadoso a la vez? ¿Alguno de ustedes sabe la manera de admitir la muerte de un hermano y además rematarlo?
     La ficción zombi nos confronta con la responsabilidad sobre nuestra muerte y la de nuestra familia. El verdadero arte nos enseña a morir mejor. Y con esta novela, José Noé ha hecho arte que nos acompaña a morir más suavemente, tanto en lo íntimo como en lo social.
     Por eso, como ya se ha dicho en redes sociales, es un libro que demanda una saga entera, que ojalá José Noé tenga el tino de emprender. Ya tiene una horda de lectores con más apetito que sus zombis. Y yo me declaro un devorador de su literatura.

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Richard Viqueira

[1] Texto leído  por su autor el 13 de mayo de 2017, en Librerías Gandhi – Sucursal Mauricio Achar, durante la presentación de la novela Apocalipsis zombi de José Noé Mercado, publicada por Ediciones B México.

[2] Richard Viqueira (Ciudad de México, 1975) es actor, dramaturgo y director de escena. Se formó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue becario del programa Jóvenes Creadores del Fonca, de la Fundación Carolina de España y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Por su obra Vencer al sensei se hizo acreedor al Premio Mejor Obra de Teatro de Búsqueda Héctor Azar que otorga la Agrupación de Periodistas Teatrales (2006). Ha colaborado como director con la Royal Court Theatre de Londres. Por la dirección de Cuerdas de Bárbara Colio recibió una mención especial al Mejor Diseño y Tratamiento del Espacio Escénico, y una nominación como Mejor Espectáculo Teatral en el VII Festival Iberoamericano de Teatro en Mar de Plata, Argentina. Fue considerado por la revista Chilango Hombre de Teatro 2008 y Mejor Actor de la década. Entre las obras que ha escrito y dirigido destacan Herodes hoy, Bozal, Desvenar, Monster truck, El evangelio según Clark, Psico/Embutidos y Por favor, no mande riñones por correspondencia.

[3] José Noé Mercado (Ciudad de México, 1977) es escritor, periodista y crítico musical. Además de ser autor de Apocalipsis zombi (Ediciones B, 2017), lo es de la novela Backstage (Tierra Adentro, 2012) y del libro de ensayo histórico Luneta 2: La ópera que tenemos en México (Cuadernos de El Financiero, 2012). Realizó la maestría en Periodismo Político e impartió diversas asignaturas de opinión y cultura en la Escuela Carlos Septién García, de la que se graduó con reconocimiento especial en la licenciatura. Ha ejercido el periodismo cultural y la crítica de música en los periódicos El Financiero, De largo aliento y La digna metáfora, medio en el que fue autor de la columna “Suspiria”. Sus textos igualmente han aparecido en Excélsior, El Economista, Entorno, Mercades Magazine y Boletín informativo de Chile. Es colaborador de las revistas Replicante de México, Opera World de España y L’Ape Musicale de Italia, así como del segmento de cultura del programa semanal Contigo, que conduce Claudia Arellano en TeleFórmula y, desde hace más de quince años, de la revista Pro Ópera. Impartió la Cátedra de Historia y Evolución de la Ópera en el Claustro de Sor Juana y es miembro activo de la Unión Mexicana de Cronistas de Teatro y Música.

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