sábado, 1 de julio de 2017

Reflexiones sobre el arte y el artista

Por Cosme Álvarez 
(escritor mexicano)





Varezal
Los hechos —no las ideas— como torbellinos de fuego, envueltos en atmósferas abrasadoras; nada tibio, nada frío. Fuego, movimiento y, en ocasiones, oposición y combate. Mientras leo un libro escrito hace muchos años, me vienen a la mente las frases anteriores; busco seguirles la huella y, en el trayecto, surgen por sí mismos los destellos, las percepciones —más intuidas que sabidas— acerca de las posibilidades realmente creadoras del arte.

Pienso en lo que significa la comprensión del artista encarnada en los hechos, y me doy cuenta de que el arte siempre va más allá de los hechos. Ese ir más allá son llamas que ondulan, aguas que corren y siguen camino, donde nada puede estancarse, ni estar fijo. Las ideas, a galope en los hechos, han sido consubstanciales al destino del hombre, a la experiencia del espíritu humano en la tierra, y todavía hoy son idénticas al destino del mundo. ¿Qué ideas determinan ese destino? Las que confirman y se limitan a una época aislada. Es la comprensión de esas ideas, y de los hechos en los que cabalgan, la que rompe el cerco y modifica los destinos del hombre y del mundo.

La comprensión determina un nuevo destino, porque lleva en ella misma la substancia del ser, y, de un modo latente, la energía transformadora de la dinamita. No hay razón para construir sobre ruinas, se trata de limpiar todo el polvo anidado en el mundo y en el corazón del hombre. Las ideas, y aun los propios hechos que se dan como ciertos e irrefutables, son siempre equívocos, en tanto que están atados a la rueca de la interpretación.

Todo arte, todo orden como posibilidad artística y creadora, surgen de la comprensión espontánea, no son normas, y, en su carácter de estado del ser, son irrepetibles y pueden ser transmitidas por medio de una obra a través de llamas ondulantes que modifican un destino estancado en el hombre, dan o pueden dar cauce al destino del ser viviente y a la energía transformadora del ser mismo.

Robles
Las ideas carecen de un valor propio; son, por decirlo de algún modo, un esqueleto sin sangre, sin carne, sin músculos, ni latidos, ni ojos que miren. Para la comprensión del arte no sirve de mucho sumergirse en las ideas o en las opiniones del artista; si de verdad es un ser creador, que ha visto y dado orden a través de su obra, lo que habrá de llamarnos en silencio es la comprensión que ha tenido del mundo, del hombre, de toda idea, y de la estancia y la experiencia del espíritu humano en la tierra.

El gran tema del arte es el destino del hombre en el presente, no el destino como un porvenir, ni un llegar a ser, sino como plenitud del mundo viviente, donde las nociones psicológicas del ayer y del mañana pierden sentido en la existencia, donde no hay una promesa histórica hacia la cual ir. La historia de cada hombre, hoy, es la historia del hombre mañana.

Ni el arte, ni el artista por sí mismo descubren mundos nuevos; sólo hacen visible lo que siempre es nuevo en el mundo, no en mundos mejores, utópicos, imaginados, sino en este único mundo viviente y en movimiento en el que vivimos, el mismo viejo nuevo mundo de hace ocho mil años, de hace media hora y de ahora mismo. Por medio de la comprensión —activa, espontánea— contenida en la verdadera obra de arte, al hombre le resulta por fin inteligible la razón de ser del mundo y del destino (o estancia) del hombre mismo en la tierra; algo que probadamente no sucede por medio de las ideas, los hechos fijos, ni los aspectos formales del arte o de la ciencia.

Todo hombre lleva en sí la voz de la mirada que hace visible la esencia del ser en las acciones humanas. Les llamo artistas a aquellos que rompen el cerco de los hechos fijos, y dan orden y vida a la energía transformadora del ser por medio de la comprensión que los lleva a producir la obra de arte.

Óbal
En la falta de ese elemento radical se halla la pobreza y la falencia y la mentira de lo que galerías, editoriales y críticos de nuestro tiempo ciegamente califican como «arte contemporáneo», como si el propósito de fondo fuera alejar al hombre del mundo y de sí mismo. De ninguna de esas «obras» que ellos promueven se extrae una comprensión nueva, dinámica, ni plena. La pared está fija e inclinada hacia la nada. Será que a los mercaderes, y a los pontífices de las academias, el arte les resulta inaccesible, dinamitero, perturbador. El arte es un estado del ser que niegan, y el artista es el torbellino de fuego que expone al hombre a atmósferas abrasadoras para ver el mundo como es, siempre nuevo y viviente.

Tengo la impresión de que en nuestros días no hay muchos lectores diligentes, inquietos, exigentes, que sólo hay, por parte de los mercaderes, el estímulo hacia la nada y hacia la autocomplacencia del lector. Si el arte es una manifestación completa del espíritu, y, como tal, una unidad —llama que ondula y nunca está fija—, el hombre, que está contenido en lo que el arte expresa, es la materia (por llamarlo de algún modo), la única materia que puede penetrar en aquella unidad, no por medio de las ideas, ni por la idealización de mundos nuevos, sino a través de la comprensión que ha hecho visible la voz de la mirada por medio del artista. El arte, pues, es el hombre sumergiéndose en las aguas que corren y siguen camino. Desde ahí, la obra no se ve a la distancia, se vive.

Otros ensayos de Cosme Álvarez en La Guarida
Arte, inspiración y talento
El tiempo debe detenerse
(Regresa al Índice general)

4 comentarios:

  1. Leonel Rodríguez2 de julio de 2017, 23:40

    Hola Cosme. leí el ensayo en la tarde y ahora lo he releído. Como suele sucederme con los ensayos tuyos que conozco, siento la comunión de hablar o vivir de, en, un mismo lugar. No estoy seguro de que este ensayo en particular esté al alcance de personas no serias; pero quizá eso es parte de la apuesta de esas palabras que has publicado. Están a la vista, pero hay que dedicarse a entrar en ellas para realmente leerlas. Por eso me gusta mucho un párrafo del final, donde te preguntas por la existencia de lectores verdaderos. Lectores del mundo, no aquellos convencidos por la publicidad acerca de ser mejores, por leer. Otra parte que resonó mucho fue donde dices que el destino lleva y trae aquí, y tus palabras niegan la vitalidad de la perspectiva histórica como un largo camino de tiempo, con sus promesas, culpas y nostalgias. La investigación, la historia (pienso en Herodoto), se cumple como curiosidad o fuego en el momento mismo de preguntarse por algo e indagar, compartir, convivir. El arte, la expresión del momento, son ese fuego junto con la oscuridad que lo rodea, que hace posible su visibilidad, su sentido. Trato de ordenar las impresiones que me dejó la lectura; me parece un ensayo intenso, que merece estar en papel, y leerse en el café o, de noche, en la mesa propia. Aquella otra parte acerca de trascender la fe en los hechos, muy importante también. Hasta los verdaderos historiadores lo hacen. Lo menciono porque son temas afines a cualquiera que de verdad se haga preguntas, sin recargarse en la facilidad de seguir al rebaño, a la tribu cansada. Como nadie conoce los hechos, su llamada verdad, en un sentido total, nadie puede volver porque no se vive fuera de la corriente, como la llamas, y ésta es lo vivo, lo que importa, trae cosas a nuestra vista y a cualquier sensibilidad del cuerpo y del intelecto más apremiante. Me sugirió muchas cosas, pero lo dejó ahí; ya es claro que me pareci+o importante. Pienso que este ensayo puede ser revitalizador para quienes estén pasando por un momento tedioso (hablando de quienes ya les interesa esto), también es excelente compañía para quienes están en ello, y quizá, como creo haber dicho, está ligeramente fuera del alcance para otros, lo cual esiinteresante porque habrá palabras, frases, que apuntan a algo que intuyen. Entonces puede iniciarse algo ahí. Creo que estos lectores son los mejores para este ensayo. Habrá otros lectores que no sepan de qué se habla, como siempre sucede. Para ellos habrá otro momento. Y a tu ensayo le va muy bien la compañía de las palabras de Thoreau.

    ResponderEliminar
  2. Saludos Señor. Excelente ensayo, magnificas ilustraciones.
    También me gusto mucho el comentario de Leonel Rodríguez, y creo que tal como el lo menciona, entro en la categoría de personas no serias, pero igual lo que alcancé a comprender en el texto me encanto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leonel Rodríguez5 de julio de 2017, 19:14

      rodusmorthem, entonces no entras en el rubro de persona no seria, pues te interesa el tema del ensayo que estamos comentando. Con "persona no seria" quiere darse a entender alguien que no está interesado, alguien que no da ni sabe recibir. Saludos.

      Eliminar
  3. Saludos Señor. Excelente ensayo, magnificas ilustraciones.
    También me gusto mucho el comentario de Leonel Rodríguez, y creo que tal como el lo menciona, entro en la categoría de "personas no serias", pero igual lo que alcancé a comprender del texto me encantó.

    ResponderEliminar

El azar de los hechos en Canal 11 Tv

Las teorías sobre arte son al arte
lo que un gato disecado al movimiento de un felino
Cosme Álvarez

Invitación

Los textos y las fotografías que aparecen en La Guarida están protegidos por la ley y no deben ser
reproducidos sin autorización previa del administrador de la página, o del titular de los copyright,
por lo que se sugiere que toda vez que se cite o se utilice alguna de las entradas se nos informe por
Primera época ≈ 1999 a 2007 ≈ Volumen 1. Números 1 al 5
Segunda época ≈ 2008 a junio de 2016 ≈ Volumen 2. Números 6 al 10
Tercera época ≈ 1 de julio de 2016 a 1 de julio de 2017 ≈ Volumen 3. Números 11 al 17